Aquí tienen algunos ejemplos de organizadores ideográficos, para la comprensión de textos.
Requiere de un diseño espacial, teniendo en cuenta un orden y jerarquía de ideas: Título del texto, capítulos o subtemas, contenidos principales y secundarios. Las ideas sustantivadas van entre los rectángulos mientras que las acciones, verbos, adverbios y preposiciones se utilizan como conectores a modo de flechas.
Cybercultura ERE
martes, 12 de marzo de 2013
sábado, 29 de septiembre de 2012
Cibercultura y Sociedad del conocimiento.
La realidad cambia constantemente pero la "sociedad texto" permanece en equilibrio estático. Jesús Galindo Cáceres nos expresa que "El hipertexto permitio por primera vez la posibilidad de construccion de la textualidad desde la lectura. Antes, solo la lectura se movia, la textualidad quedaba intacta, solo parecia agitarse en la multiplicacion de los textos a partir de respuestas de unos a otros desde lecturas diversas. En el hipertexto, el texto mismo se modifica en la lectura".
La cibercultura está fomentando una reformulación de la naturaleza de la modernidad. Arturo Escobar en su artículo "Notas para una Antropología de la cibercultura" nos manifiesta que "La cibercultura utiliza formas que ya no están mediadas solamente por consideraciones literarias y/o epistemológicas. Si nuestra era es posmoderna o moderna modificada (“tardía”, “meta”, o “hiper”, como lo han propuesto algunos), es una pregunta que no puede ser contestada antes de una investigación sobre el estado y el estatus actual de la ciencia y la tecnología. Aunque algunos insisten en que la ciencia y el capital todavía funcionan como principios vectoriales de los órdenes sociales dominantes, no es posible afirmar que ya nos hayamos despedido de la modernidad, no obstante los modos de operación sin precedente desarrollados por estos dos principios en las últimas décadas".
Mayor información: Notas para una antropología de la cultura
Noveno. La era industrial y la Iglesia
La secularización, término de contexto religioso, fue promovido por las sociedades liberales y de tipo socialista, para eliminar el
protagonismo que la Iglesia había mantenido hasta entonces, teniendo en cuenta el poder político que ejercía. La Iglesia condenó
estas ideologías, prueba de ello fue la política reaccionaria desarrollada
durante el pontificado de Pío IX, radicalmente opuesto a los
cambios que estaban aconteciendo.
Frente al devastador proceso de
industrialización, el constante crecimiento de las masas obreras
y de la conflictividad social, hubo católicos que criticaron la
explotación a la que estaba siendo sometido el proletariado. Surgió de ese modo
la denominada Doctrina social de la
Iglesia. La doctrina presentó una serie de documentos, entre los que
cabe destacar la encíclica "Rerum novarum", promulgada en 1891 por el Papa León
XIII. La deshumanización acaecida a partir de la era industrial hacía replantear el poder económico que estaba en la nueva clase burguesa y que oprimía sin piedad al pueblo, quien adoptó el nombre de proletariado, masa trabajadora de adultos, jóvenes y hasta niños.
La Doctrina social de la Iglesia defendía un orden social basado en la
justicia y la caridad, exhortando al
Estado a socorrer a las clases más desfavorecidas y alentando
el asociacionismo de los trabajadores y fórmulas de
asistencia social. La Doctrina social, sin embargo, no constituyó
un corpus teórico en sí misma, sino que se expresó mediante una
serie de consejos encaminados a ilustrar a los fieles sobre
cómo afrontar los retos sociales y económicos del mundo moderno, desde los
presupuestos de la fe cristiana. La doctrina rechaza la existencia de la lucha de clases, promocionada por el marxismo, y propuso en su lugar la armonía, la convivencia y
el diálogo entre patronos y obreros,
exhortando a los primeros a mitigar la miseria de los segundos. De igual modo
protegió la propiedad privada combatida por marxistas y
anarquistas, considerándola como un instrumento al servicio del bien
común.
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Sociedad y los jóvenes.
Octavo. Martín Lutero y la Iglesia
El Dr. Antonio Rehbein Pesce en su artículo "Martín Lutero en la historiografía católica y en la Iglesia católica actual" indica que:
"También para Cochlaeus [biógrafo de Lutero] la rebelión de Lutero contra las indulgencias se explica por una triste rivalidad entre frailes, entre los agustinos y los dominicos, entre el agustino Lutero, que combate las indulgencias y el dominico Tetzel, encargado de predicar las indulgencias en Alemania.
Pero ciertamente donde Cochlaeus más carga las tintas negras sobre Lutero es en el aspecto moral; lo retrata como una figura abominable. Aparece dominado por el orgullo, la soberbia y la ambición; tiene un carácter hipócrita e iracundo, que se deja llevar por las blasfemias y las insolencias; sobresale también por su gran astucia, por ser mentiroso y por inventar calumnias. En suma, la explicación de la crisis y rebeldía del fraile Lutero le resulta muy sencilla; se debió a la envidia, a la vanidad, a la soberbia, a la desobediencia, al desprecio de la autoridad, a su carácter desenfrenado. De este fondo pasional brotó su sublevación y para la justificación doctrinal interpretó de una determinada manera algunos textos de San Pablo. La imagen de Lutero expuesta en la obra de Cochlaeus se perpetuó en la historiografía católica hasta principios del siglo XX; los teólogos e historiadores católicos han repetido durante cuatro siglos los argumentos llenos de prejuicio y hostilidad de Cochlaeus, que creó así un muro de incomprensión hacia Lutero por parte de los católicos".
La situación de la Iglesia en vísperas de la Reforma se concreta, según Lortz, en múltiples abusos, en una falta de claridad teológica y en una carencia de vigor religioso; junto a esto, existía una necesidad real de reforma en la Iglesia tardomedieval. Ante tantas ocasiones desperdiciadas para iniciar la reforma, llegó a ser históricamente inevitable que la reforma se presentara de forma revolucionaria. Existe pues, una culpa considerable también por parte católica en la escisión de la Iglesia originada por la Reforma.
Martín Lutero, después de una seria lucha ante Dios, se salió de la Iglesia católica impremeditadamente. Se convirtió en reformador en su combate contra una representación insuficiente de la realidad católica. Fue Lortz quien descubrió y desarrolló la tesis del "Lutero católico". De él afirma: "Derribó en sí mismo un catolicismo que no era católico" (I, 176) y "descubrió de un modo herético lo que constituye el patrimonio central del catolicismo" (I, 434). Además, sus demandas religiosas no encontraron, por parte de la Iglesia, del Papa y los obispos, la respuesta seria que exigían ni la responsabilidad que reclamaban.
Por encima de todas las realidades que tipifican a Lutero, este era un hombre religioso y de mucha oración (I, 383), que vivió de la entrega confiada al Padre por medio del Crucificado; de aquí nace su teología de la Cruz. Asimismo, reconoce que él era un teólogo de gran envergadura; la interpretación teológica que Lutero da a la justificación es calificada por Lortz de enteramente católica y enraizada en la teología tardomedieval de la Iglesia (I, 177). La constatación de estos hechos no impide a Lortz hacer una severa crítica a Lutero. El reformador se encontraba poderosamente influenciado por sus vivencias, perdía el control con cierta facilidad, era muy impulsivo y poco cortés. Predomina en él su inclinación a dominar la realidad, en lugar de aceptarla serena y humildemente y por lo mismo no es un oyente dócil de la palabra de Dios y menos aún de la Iglesia. En pocas palabras: Lutero se halla instalado, ya de raíz, en una posición subjetivista, en un subjetivismo radical.
La tesis de Lortz sorprendió al mundo católico y aún más, al protestante. El historiador luterano de la Iglesia Erwin Mülhaupt afirmaba que la posición de Lortz desgraciadamente no se podía considerar representativa del catolicismo oficial. Efectivamente la obra de Lortz encontró aún cierta dificultad en las mismas autoridades de la Iglesia católica y solo pudo ser reeditada en 1942 y en 1948. Sin embargo, desde fines de la guerra mundial, los estudios de Lortz y los de sus discípulos han ido avanzando en aceptación. El autor mismo siguió trabajando en forma constante esta imagen de Lutero hasta su muerte acaecida a comienzos de 1975; modificó muchos aspectos, precisó otros, trató de asegurarlos contra malentendidos y ocasionalmente también los rectificó.
Joseph Lortz, al enmendar la imagen de Lutero, que tenían los católicos, abrió paso a la adhesión de la Iglesia católica al movimiento ecuménico; esto se produjo en el Concilio Vaticano II. Allí se puede comprobar el cambio de clima en el Decreto sobre el ecumenismo, Unitatis redintegratio; en él se exige a los católicos que reconozcan en la vida de los hermanos separados las riquezas de Cristo y las obras de virtud que dan testimonio de Cristo (Nº 4) y se hace resaltar que la escisión de la Iglesia ha surgido "no sin culpa de los hombres de una u otra parte" (Nº 3). Esto significa como lo ha constatado Lortz, en las conclusiones finales de su investigación acerca de las causas de la Reforma, que "la Reforma es un asunto que afecta al catolicismo en el sentido de una complicidad, también por parte católica, en la motivación y por tanto en la culpa... Tenemos que asumir nuestra propia culpa" y además estamos llamados "a reintegrar en la Iglesia católica el rico patrimonio de Lutero".
Décimo. El hombre primitivo y la religión
A partir de 1959,
expediciones científicas han sacado a la luz una sorprendente documentación
compuesta por cráneos y esqueletos alrededor de los cuales se han encontrado
guijarros tallados por una cara o por ambas, armas de caza, percutores y otros
utensilios. A este primer hallazgo
cultural se le ha denominado Cultura de
Olduvai, un yacimiento de Tanzania, y su artífice ha recibido el nombre de Homo habilis. El Homo habilis habitó la Tierra entre 2.500.000
años hasta 1.600.000 años, con una cavidad craneal de 760 cm3 y columna vertebral casi
recta. Rasgos antropológicos demuestran
que este ser presentó habilidades para crear y fabricar útiles según resistencia,
solidez y color; aquí comienzan los indicios significativos de la presencia de
un imaginario y de una conciencia simbólica; “una vez que ha empezado a crear,
este hombre ya no se detiene” y así, se prueba la existencia de una función
simbólica como rasgo distintivo de la especie humana, marcando el nacimiento
del Homo religiosus; con la invención
de la cultura el Homo habilis nos transmite un desarrollo de la inteligencia.
2. Hombre
conquistador de los espacios y espectador de la bóveda celeste.
El Homo erectus, “hombre de pie”, es el siguiente eslabón que apareció
en África oriental, localizado al este del lago Turkana, en Kenia, hace
1.500.000 años, y cuyos restos ya se habían descubierto en Java en el año 1891;
el Homo erectus se extendió desde África hasta Java, China y el sur de Europa,
desapareciendo hace unos 150.000 años. Poseía una cavidad craneal que evolucionó de 800 cm3 hasta
1.250 cm3.
Este conquistador de los espacios ha dejado numerosas huellas de sus asentamientos, entre las cuales se encuentran campamentos al aire libre y restos de cabañas con espacios interiores diferenciados para la talla de útiles, la preparación de la caza o el descanso de la familia. La talla de piedra, o primitiva industria lítica, y el dominio del fuego, en la civilización achelense, son características propias del Homo erectus, donde esta última manifiesta más un progreso psíquico que técnico, debido al hallazgo de indicios rituales en torno suyo, con lo que podemos pensar en la importancia de este elemento para la casa, la familia y la sociedad, ya que de esta manera se crea el espacio humano con sentido futuro. El historiador de religiones Mircea Eliade sostiene que el ser humano en este momento contempló la bóveda celeste de modo particular y experimentó una auténtica presencia de lo sagrado en su conciencia, dejándonos las raíces de la religiosidad humana.
Este conquistador de los espacios ha dejado numerosas huellas de sus asentamientos, entre las cuales se encuentran campamentos al aire libre y restos de cabañas con espacios interiores diferenciados para la talla de útiles, la preparación de la caza o el descanso de la familia. La talla de piedra, o primitiva industria lítica, y el dominio del fuego, en la civilización achelense, son características propias del Homo erectus, donde esta última manifiesta más un progreso psíquico que técnico, debido al hallazgo de indicios rituales en torno suyo, con lo que podemos pensar en la importancia de este elemento para la casa, la familia y la sociedad, ya que de esta manera se crea el espacio humano con sentido futuro. El historiador de religiones Mircea Eliade sostiene que el ser humano en este momento contempló la bóveda celeste de modo particular y experimentó una auténtica presencia de lo sagrado en su conciencia, dejándonos las raíces de la religiosidad humana.
3. El
Homo sapiens y la conciencia de una vida después de la muerte.
Alrededor de los
150.000 años el Homo sapiens
apareció, con una cavidad craneal que va de los 1.400 cm3 hasta los
1.700 cm3. El hombre del
paleolítico medio desarrollo la industria musteriense, la cual comprende un
conjunto de técnicas de fabricación que implican un aprendizaje y, por lo
tanto, un lenguaje. El Homo sapiens tomó
conciencia de la muerte y, de alguna forma, de continuidad de la vida; las
primeras sepulturas descubiertas se encuentran en Skhul y en Qafzeh, en
Palestina y datan de hace 90.000 años; en La Ferrassie se comprobó
antropológicamente la existencia de vínculos afectivos entre los vivos y el
niño difunto sepultado; así, es común encontrar elementos particulares como
ramas, flores, utensilios, adornos, protectores craneales, que posibilitan la
conciencia de una vida después de la muerte.
El tratamiento del ocre amarillo, que se torna de color rojo al
calentarlo con el fuego, y su uso funerario, simboliza la sangre y la vida
contenida, buscando manifestar la creencia de la vida más allá. Hacia finales
del paleolítico superior los ritos funerarios se multiplicaron en Europa, Asia
y África.
4. El hombre en busca del sentido del Universo.
Llega entonces el Homo sapiens sapiens, el hombre del paleolítico superior, alrededor
del 40.000 hasta el año 10.000. Este
hombre manifiesta un nuevo estadio de humanización caracterizado por la armonía
entre utensilio, mano, cerebro, conciencia intelectual e imaginario; el
resultado de esta actividad es el maravilloso patrimonio mundial de arte y
cultura, ya que gracias a él sabemos cómo pensaba nuestro ser. Henri Breuil llama la atención sobre la
similitud entre algunos ritos mágico-religiosos asociados a la caza mayor y los
ritos que celebran las tribus aborígenes actuales; por su parte, Jean Clottes y
David Williams expresan que la creación de pinturas rupestres es obra de
chamanes, personajes iniciados bajo el efecto de drogas, que durante el trance
transmiten sus mensajes y visiones.
5. El hombre sedentario y el desarrollo de la conciencia de lo divino.
Hacia el año 12.000 a.C el hombre abandona los
refugios naturales y se asienta en espacios habitables construidos por
poblaciones que viven del medio circundante, estos son los llamados poblados
sedentarios y a esta civilización se la conoce como Natufiense, apareciendo con ella la construcción de los primeros
cementerios, dato que respalda la fe en una vida más allá de la muerte y en una
comunidad de difuntos. Hacia el año
10.000 a.C aparecen estatuillas femeninas, encontradas por Jacques Cauvin en
Mureybet, junto al río Eufrates, evento que promovió la denominada revolución
de los símbolos: La mujer y el toro son los primeros motivos que representan la
divinidad. En el año 8.300 a.C el
nacimiento de la agricultura, la domesticación de animales y la aparición de
nuevas tecnologías dio inicio a la religión
neolítica; en la península de Anatolia se han encontrado santuarios
domésticos, frescos, altorrelieves, estatuillas femeninas y de hombres en
posición orante; Cauvin expresa que “lo sagrado ya no está al nivel del hombre
sino por encima de él (Creencia en un ser supremo); además, aquí se encuentran
definidos los grandes mitos agrarios, las estaciones, el cosmos, el origen del
sol y de los astros.
Queda reflejado que el símbolo es un elemento
fundamental para el pensamiento, la conciencia, la creatividad y la vida del
hombre religioso, así como lo manifestó Mircea Eliade; el cielo revela
directamente al hombre arcaico su trascendencia, su fuerza, su carácter
sagrado, convirtiéndose en agente de revelación, y la relación entre psique humana
e impulsos externos hace que el hombre conozca un crecimiento y una actividad
siempre nuevas. Su imaginario le
permitirá realizar signos y símbolos de lo trascendente y lo divino, lo cual es
hoy día un patrimonio religioso de la Humanidad. El mito le sirve al hombre para contar hechos
de sus orígenes, del tiempo fabuloso y primordial de los inicios, explicando
así su realidad; el mito es una historia
sagrada estructurada mediante un sistema de símbolos, donde su repetición
cumple la función de despertar las conciencias y renovar el hecho primario;
para los monoteísmos basados en fundadores históricos los mitos son convertidos
en compendio a través de la historia sagrada plasmada en el texto y sus ritos
particulares servirán de mediadores y de renacimiento del carácter sagrado, ya
que el rito encuentra espacio dentro de una expresión simbólica en la que el
hombre busca un contacto vital con la divinidad. De esta forma, símbolos, mitos y ritos son
elementos esenciales para la actividad del hombre religioso.
Mayor información: Ver video: El origen del hombre - National Geographic
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El Origen del hombre.
Séptimo. Constantino y el Cristianismo
La batalla del Puente Milvio decide el futuro de Roma y del
pueblo cristiano. Constantino no será un emperador-Dios como era la tradición
romana. En el año 300 d.C. vino a darse el fin de las persecuciones cristianas
después del imperio de Diocleciano, manifestando los cristianos que no
claudicarían a su deseo espiritual a pesar del martirio. Constantino enfrenta
al ejército de Majencio, dos veces más poderoso, y gana la batalla luego de
entender una visión cristiana y de captar la presencia de Jesucristo, a partir
de ese momento. Su madre, Helena, santa de la Iglesia Católica, tuvo una gran
influencia sobre la vida de Constantino y su conversión. El emperador Licinio
–emperador de Oriente- y Constantino –emperador de Occidente- firman en una
reunión el Edicto de Milan, que permitía la libertad religiosa y de derechos
civiles al pueblo cristiano dentro de la sociedad romana. Constantino observa,
frente a la realidad y estructura del Imperio romano y de la ciudad de Roma,
que el cristianismo posee una solución de vida frente a la débil moral romana y
La organización social.
Las cuatro basílicas mayores cristianas se construyeron en
el reinado de Constantino; la de San Pedro, erigida sobre el lugar donde el
apóstol Pedro fue martirizado –según la tradición-; la basílica de San Juan de
Letrán o primera basílica de la sede del vicario de Cristo, también conocida
como El Salvador; San Pablo extramuros erigida en nombre del apóstol de los
gentiles y donde su cuerpo fue enterrado; y por último, Santa María la Mayor, en
nombre de la madre de Jesucristo. Además de templos, Constantino levantó
construcciones para el socorro de enfermos, de viudas y huérfanos, en las
cuales los cristianos pudieron desplegar su práctica de la caridad.
En el medio civil defendió la familia, humanizando el trato a niños y esclavos; en el siglo IV los actos públicos dejan el carácter de sacralización, su presencia idolátrica, para comenzar a convertirse en actos de entretenimiento dignos y ya no religiosos. Sin embargo, no todos los privilegios para la Iglesia fueron gratuitos sino condicionados por el interés del Imperio romano, con lo cual la figura de Constantino se entromete a nivel político sobre la vida de la Iglesia, realidad conocida como cesaropapismo.
La imagen del lado izquierdo se conoce con el nombre de CRISMÓN, uno de los primeros símbolos que representaba a la cultura cristiana.
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