
El Dr. Antonio Rehbein Pesce en su artículo "Martín Lutero en la historiografía católica y en la Iglesia católica actual" indica que:
"También para Cochlaeus [biógrafo de Lutero] la rebelión de Lutero    contra las indulgencias se explica por una triste rivalidad entre frailes, entre    los agustinos y los dominicos, entre el agustino Lutero, que combate las indulgencias    y el dominico Tetzel, encargado de predicar las indulgencias en Alemania. 
Pero ciertamente donde Cochlaeus más carga las tintas    negras sobre Lutero es en el aspecto moral; lo retrata como una figura abominable.    Aparece dominado por el orgullo, la soberbia y la ambición; tiene    un carácter hipócrita e iracundo, que se deja llevar por las blasfemias    y las insolencias; sobresale también por su gran astucia, por ser mentiroso    y por inventar calumnias. En suma, la explicación de la crisis y rebeldía    del fraile Lutero le resulta muy sencilla; se debió a la envidia, a la    vanidad, a la soberbia, a la desobediencia, al desprecio de la autoridad, a    su carácter desenfrenado. De este fondo pasional brotó su sublevación    y para la justificación doctrinal interpretó de una determinada    manera algunos textos de San Pablo. La imagen de Lutero expuesta en la obra de Cochlaeus se perpetuó    en la historiografía católica hasta principios del siglo XX; los    teólogos e historiadores católicos han repetido durante cuatro    siglos los argumentos llenos de prejuicio y hostilidad de Cochlaeus, que creó    así un muro de incomprensión hacia Lutero por parte de los católicos". 
La situación de la Iglesia en vísperas de la    Reforma se concreta, según Lortz, en múltiples abusos, en una    falta de claridad teológica y en una carencia de vigor religioso; junto    a esto, existía una necesidad real de reforma en la Iglesia tardomedieval.    Ante tantas ocasiones desperdiciadas para iniciar la reforma, llegó a    ser históricamente inevitable que la reforma se presentara de forma revolucionaria.    Existe pues, una culpa considerable también por parte católica    en la escisión de la Iglesia originada por la Reforma. 
Martín Lutero, después de una seria lucha ante    Dios, se salió de la Iglesia católica impremeditadamente. Se convirtió    en reformador en su combate contra una representación insuficiente de    la realidad católica. Fue Lortz quien descubrió y desarrolló    la tesis del "Lutero católico". De él afirma: "Derribó    en sí mismo un catolicismo que no era católico" (I, 176)    y "descubrió de un modo herético lo que constituye el patrimonio    central del catolicismo" (I, 434). Además, sus demandas religiosas    no encontraron, por parte de la Iglesia, del Papa y los obispos, la respuesta    seria que exigían ni la responsabilidad que reclamaban. 
Por encima de todas las realidades que tipifican a Lutero, este era un hombre religioso y de mucha oración (I, 383), que vivió de la entrega confiada al Padre por medio del Crucificado; de aquí nace su teología de la Cruz. Asimismo, reconoce que él era un teólogo de gran envergadura; la interpretación teológica que Lutero da a la justificación es calificada por Lortz de enteramente católica y enraizada en la teología tardomedieval de la Iglesia (I, 177). La constatación de estos hechos no impide a Lortz hacer una severa crítica a Lutero. El reformador se encontraba poderosamente influenciado por sus vivencias, perdía el control con cierta facilidad, era muy impulsivo y poco cortés. Predomina en él su inclinación a dominar la realidad, en lugar de aceptarla serena y humildemente y por lo mismo no es un oyente dócil de la palabra de Dios y menos aún de la Iglesia. En pocas palabras: Lutero se halla instalado, ya de raíz, en una posición subjetivista, en un subjetivismo radical.
La tesis de Lortz sorprendió al mundo católico    y aún más, al protestante. El historiador luterano de la Iglesia    Erwin Mülhaupt afirmaba que la posición de Lortz desgraciadamente    no se podía considerar representativa del catolicismo oficial.    Efectivamente la obra de Lortz encontró aún cierta dificultad    en las mismas autoridades de la Iglesia católica y solo pudo ser reeditada en 1942 y en 1948. Sin embargo,    desde fines de la guerra mundial, los estudios de Lortz y los de sus discípulos    han ido avanzando en aceptación. El autor mismo siguió trabajando    en forma constante esta imagen de Lutero hasta su muerte acaecida a comienzos    de 1975; modificó muchos aspectos, precisó    otros, trató de asegurarlos contra malentendidos y ocasionalmente también    los rectificó. 
Joseph Lortz, al enmendar la imagen de Lutero, que tenían    los católicos, abrió paso a la adhesión de la Iglesia católica    al movimiento ecuménico; esto se produjo en el Concilio Vaticano II.    Allí se puede comprobar el cambio de clima en el Decreto sobre el ecumenismo,    Unitatis redintegratio; en él se exige a los católicos    que reconozcan en la vida de los hermanos separados las riquezas de Cristo y    las obras de virtud que dan testimonio de Cristo (Nº 4) y se hace resaltar que    la escisión de la Iglesia ha surgido "no sin culpa de los hombres    de una u otra parte" (Nº 3). Esto significa como lo ha constatado Lortz,    en las conclusiones finales de su investigación acerca de las causas    de la Reforma, que "la Reforma es un asunto que afecta al catolicismo en    el sentido de una complicidad, también por parte católica, en    la motivación y por tanto en la culpa... Tenemos que asumir nuestra propia    culpa" y además estamos llamados "a reintegrar en la Iglesia    católica el rico patrimonio de Lutero".    

No hay comentarios:
Publicar un comentario